LA LEYENDA DEL LIMÓN DE ORO
Dicen algunos que hay un Limón de Oro al año,
siempre aparecido en la Huerta de Murcia. Otros que sale uno cada cien años, o
que cada generación tiene el suyo. Lo que es cierto es que la mayoría de estos
singularísimos y áureos citros pasan inadvertidos. Y no se sabe que es de
ellos, pues se duda que caigan y pudrirse pueda en el suelo, como sus hermanos
del común.
No es posible imaginar decadencia en tales
maravillas. Imaginaron en pasados tiempos que, transcurrido el plazo preciso,
juguetones querubines bajan a cosecharlo, y lo suben al Cielo, para deleite del
Creador, que reparte su milagro entre las almas gloriosas que con Él habitan. Cuentan
antiguos pergaminos en lenguas anteriores a la nuestra, que su piel brilla como
el oro, aun conservando su textura y formas de limón. Y que su zumo cura
cualquier dolencia del cuerpo y del alma.
La lengua que ha probado su excelsa acidez, que suma
un punto dulce más que miel de abeja del Himeto, jamás vuelve a sentir sed. Su
aroma permanece siempre en el espíritu de quien ha aspirado sus efluvios. Se
deja caer en la mano que lo alcanza, sin presentar resistencia alguna, como
deseando ser aprehendido. Parece que su zumo es inagotable. Su pulpa es hermosa
como si algunas estrellas se hubiesen concentrado en la lluvia que, tras caer
alrededor del escogido limonero afortunado, ascendiesen con la savia que habría
de alimentar el brote.
Verde botón de esperanza que, luego de florecer,
acaba granando en el inigualable Limón de Oro. Informados por antiguos
sabios, que recibían Revelación, lejanos Emperadores del Oriente fastuoso
enviaron viajeros para que lograran el Sagrado Limón tan caro al Absoluto. Pero
ninguno volvió a su exótico país, pues todos se quedaron entre nosotros,
rendidos a la fáctica evidencia de que nunca encontrarían tan excepcional
fruto.
Códices hay en las más viejas y señeras
bibliotecas del entorno geográfico de la Huerta, acaso en el Archivo Municipal
o en el Catedralicio, sito en la misma Torre del Templo primero de la ciudad,
que bien crónica el suceso. O acaso en tapiadas estanterías de casas moriscas o
mudéjares sepultadas, donde se cuentan con detalle las ocasiones en que
apareció el tal Limón de Oro, en qué tiempos y en cuyas manos estuvo.
Pero nadie ha indagado tales escritos, que serían
entre nosotros, sin duda los más valiosos. Yo, desde que sé estas cosas,
acaricio con unción cada limón que cae en mis manos, y cierro los ojos cuando
advierto, en el condumio donde lo he derramado con generosidad, la más mínima
porción de su zumo impar. Dice la leyenda que, debido a nuestra creencia –aun
inconsciente– en la existencia del Limón de Oro, todos los murcianos regamos a
manera con limón cuanta comida ingerimos. Aunque no lo sepamos, tenemos la
esperanza todos de que ese limón que con cariño estrujamos, sea el Limón de Oro
que cumple turno de existencia entre los mortales. Amén.
AUTOR:
ANÁLISIS |
Valor de la Paciencia, Perdón y
Honestidad: Ser pacientes, perdonar y ser
honestos es una forma de ser buenas personas. |
Mensaje:
Que no hay que creer en cosas superficiales. |
Identidad Cultural: La leyenda pertenece a la
provincia de Manabí, cultura Valdivia.
Autor: William Sánchez (estudiantes 5to B).
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