EL PADRE ENVIDIOSO
Este era un Padre envidioso que vivía en una ciudad. Y en esta ciudad había un señor que era también muy pobre, bien pobre, y absolutamente tenía una sola vaca. Que él de esa sola vaca decía que él de esa sola vaca vivía, de la leche para el sustento de todos sus hijos. Y para esto, el Padre vía de que esta vaca daba vestimento para toda su familia.
El Padre no estaba conveniente que ese hombre
pobre tuviese esa vaca. Así que el Padre todo el día iba a la casa del hombre
pobre, le decía: -Hijo -le dice. Dice-: ¡Véndeme la vaca! -dice. — No —le
dice-, mi Padre. No la vendo porque esta vaca es la que me da la vida.
Bueno. Se iba y el siguiente día volvía el
Padre: Hijo —le dice —. Buenos días -le dice —, ¡Véndeme la vaca! Y si no
—dice— dale a la Virgen —dice-, que la Virgen te dará más de eso. ¡Caramba! —
¿Y qué he de hacer? —él pensaba mucho.
Y le decía a la mujer:
—Mujer —le dice— ¿qué dices tú —le dice’, le daremos la casa a la Virgen?
—dice. Que el Padre —dice— que la Virgen nos da más de eso —dice-, más de la
vaca. Entonces le dice un día la mujer, le dice: — ¿Sabe, marido? —le dice—. No
—le dice —, si es la vida que nos da la vaca. ¿A dónde vamos a darle (a) la
Virgen, ¿si la Virgen no nos va da? — dice —, ¡Imposible! Así que todos los días,
todos los días el Padre venía donde este hombre pobre: — Hijo, dime la vaca
para la Virgen, que la Virgen le dará más de eso.
Un día ya el hombre se le removió toda la
consciencia y le dijo que “bueno, que sí se le daba (a) la Virgen la vaca”.
Para esto se le dio, a la Virgen, la vaca. Entonces la mujer quedó resentida
porque él le había dado la vaca. Entonces ya al siguiente día vino él del
trabajo, ya no le tenía nada, porque... no había de adonde. Entonces no dijo él
nada, dice: — Bueno. Cogió él su cama y se acostó, sin comer nada de comida.
Entonces para esto’ la mujer viendo eso, lloraba ella que “porque la vaca era
la vida que tenían ellos porque les daba todo”.
Entonces el hombre...
un día... para esto, así días van días vienen... el hombre sufriendo de
necesidades, porque ya la vaca conforme le dijo el Padre que ya se le daba le
cogió el Padre y le herró de su fierro. Entonces la vaca ya no contó con él,
sino que la vaca ya contó en mano del poder del Padre. Así que, para esto, un
día de esto se pone la vaca dispuesta. Y para esto el Padre tenía una semejante
cantidad de sabana que había encerrado, potreros. Y entonces allí tenía alto
ganado.
Tenía más... se puede decir más crías toros
que vacas. Así que la vaca se puso alunada, entonces dispuesta y empezaron los
toros a molestarle a la vaca. Hasta que la vaca le hicieron loca. Y entonces
para esto la vaca se sale del potrero, golpeó el alambre. Se sale. Y entonces
con corneo la vaca salió. Empezaron a salir todo el ganado el Padre Cura. Entonces
cuando un día al amanecer la vaca se fue derecho al corral del dueño, del
hombre pobre, porque tenía su corral adonde su vaca lo tenía.
Entonces cuando él se
levanta en la mañana, que ya se iba a trabajar, deciles ahí, dice: — ¡Caramba!
Ya sin nada de alimentos. Entonces él sale a la ventana y ve [dice], entonces
ve, tú ese ganado que estaba encerrado en su corral que su vaca le había
traído. Entonces llega y le dice: — Ya ve —le dice —, mujer —le dice— ¿no te
dije que es cierto que la Virgen me iba a dar más, más de eso de la vaca? Mira
—le dice —, levántate, ve el corral cómo está lleno de vaca. De vaca hembra y
toros, Entonces el hombre se bajó y todas lo que ataban afuera encierra y
encierra... en su corral.
Encerró. En él subió y
empezó a herrar todo el ganado, de su fierro de él, del hombre pobre. Bien a,
hierra, hierra, hierra, hierra... hasta que terminó de herrar.
Bueno, entonces para
esto pues] como en una ciudad en los pueblos, tanta gente que conoce de los
bienes de uno de otro, se conoce, se fue un señor donde el Padre (Padre Cura,
le dice: “Fulano le está herrando todo su ganado, ya lo tiene herrado” — dice.
— ¡Anda, hijo! ¡Caramba!) —el Padre se rascó la cabeza-: ¡Vea! -dice-. ¿Qué
pasa? Sí que se vino el Padre enseguida donde el hombre, le dice: — Oye —le
dice— hijo, ¿por qué me ha errado todo mi ganado? — Padrecito, ¿Ud. no me dijo
que le diera mi vaca que la Virgen me daba más de eso? Yes muy verdad que la
Virgen me ha dato porque ha venido todo a mi corral. ¡Es mío! — No, no, no, hijo.
No, eso no. ¡Es mío! — No, mi Padre. La Virgen ha hecho milagro y me ha dado
todo eso.
¡Es mío! El Padre se
calentó, se molestó, se fue. Se fue a demandar el hombre donde el teniente.
Entonces ya donde el teniente llamó al hombre pobre. Entonces, le dice: — Sabe
—le dice —, mi teniente, que es mi Padre todos los días —dice— como tenía mi
vaca —dice todos los días iba que se la diera a la Virgen porque la Virgen me
iba a dar más de eso.
Y es muy verdad, pues —le dice —, mi Señor
teniente, mi vaca ha llegado a mi corral y con todo esa... ¡es m o! pues —le
dice. — Bueno, hijo - dice-, está bien —le dice-. Mi Padre —le dice el teniente
Político — le dice —, es de él, pues. Ud. le hizo esa propuesta, pues, la
Virgen le ha mandado —le dice—, es de él. Bueno...— Se fue, caliente, el Padre,
“no y que no y que no entrego”. — Bueno — le dice —, ahí va otra cosa. Que si
tú —dice —, me despierta —dice— en la hora de la noche a la una de la mañana en
punto en el convento donde yo duermo te llevarás —dice — todo.
Y si no me despierta -dice-, pierdes. — Bueno
—le dio—, mi Padre, iba muy bien. Y para esto el Padre tenía una criada que era
como hija, que había criado él, como una hija. Bueno, entonces, temprano este hombre
dentro la misa a las siete, ocho... Él se metió, se fue a el convento donde
dormía el Padre, de una vez se fue y se le pone a debajo de la cama, e hombre
pobre. Bueno, para esto, quedó ahí durmiendo él. Cuando ya terminó todo el rezo
de misa, todo eso ya el Padre se arrecogió.
Y como estos señores
cada uno duerme en tu departamento entonces ellos ya se pusieron todos en paños
menoré a dormir. Cuando para esto [pues] el Padre [pues] había sabido vivir con
la criada que había criado. Ya eso empezaron ellos de su ama de allá de donde
dormir ¿esta niña, y el Padre acá, empezaron a ellos jugarse.
Entonces, el Padre le
echaba ¡pues! mano a ella... le echaba en el molde, y le decía —¿Cómo se llama
eso, hija? —dizque le decía. Y todavía le decía “hija”. Dice: — Eso se llama
“infiernillo” —le dice. Entonces, esta niña le echaba mano también, al Padre: —
¿Cómo se llama eso? — Eso se llama Pilatos — Entonces, pues —le dice este... el
Padre, dizque le dice— entonces, pues, que, entre Pilatos al infiernillo, pue.
Y se cogen. Bueno, para esto este hombre estaba viéndolo ahí. Cuando ya era una
de la mañana en punto por reloj ya ve: — Mi Padre, mi Padre —que estaba
dormidísimo —. Ya —dice— tenemos la una en punto de la mañana. No se recuerda
el Padre y ve, la muñequera: “la una en punto”. Dice: — Hijo, ya me ganaste
—dizque dice —. Ya me ganaste, ¿y desque hora está aquí, hijo? —le dice. —
Sabe, mi Padre — le dice —, yo estoy aquí desde que entró — dice — Pilatos al
infiernillo — le dice. — Ah hijo, ah hijo ¡por Dios! —dice —. Váyase, vaya,
vaya, ya —dice— llévese, no vayas a decir a nadie —le dice —. Ya te llevas toda
mi hacienda —le dice. Y ahí terminó.
AUTOR:
ANÁLISIS |
El valor de la duda: que
no debemos de ser confiados con todas las personas. |
Mensaje:
que nos deja es que no debemos de envidiar lo ajeno y más bien dedicarnos en
nuestro trabajo ya que así podemos lograr nuestro objetivo. |
Identidad Cultural: Esta leyenda está
relacionada con la cultura Valdivia, descendiente de la etnia Manteño
-Huancavilca Autor: Evelyn Sarango (estudiantes 5to B).
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